El otro día, encaramadas en un enorme pino, pude ver dos ardillas. Jugaban, de rama en rama, haciendo piruetas sin parar. De repente se percataron de mi existencia y se quedaron petrificadas. Sus redonditos ojos negros me miraban fijamente, y sus siseantes colas se quedaron erguidas en alerta. Me hubiera gustado acariciarlas y llevármelas a casa, pero no lo habrían permitido porque son hijas del bosque, no las podía enjaular, ellas tenían el enorme pino como hogar y eran libres como el viento.
- ¿Qué le pasa a Buck? ¿por qué ladra tanto?
- Mira! si hay dos liebres en el jardín, seguramente un perro de algún cazador las perseguiría y en la carrera
se han colado por la valla.
- Calla Buck!! las estás asustando más.
- Papá, quiero coger una!!!
- Yo pambién, yo pambién..
- No niños, eso no va a ser posible. Ellas no son como nuestros conejos, han nacido en libertad y así deben
seguir..
-...lo ves, déjalas marchar, ellas volverán al bosque, su hogar.
Y vieron, como retozando, se alejaban a toda prisa. Y se quedaron mirándolas hasta que, entre los árboles, al atardecer, se perdieron de vista.
Me tienes enganchada con tus historias.Menudo trabajo te das cambiando los personajes y haciendo las fotografias . Gracias por tenerme tan entretenida .
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ResponderEliminarOtra preciosa historia de Susan y su familia, haces todo un trabajo de producción, muchas felicidades, espero el próximo capítulo. Un beso
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